martes, 29 de julio de 2014

20 de Enero de 2014

Y de repente, cuando yo me autoconvencía que no necesitaba a nadie para ser feliz, que yo sola podía conseguirlo, llego él. Ese chico que me rompió los esquemas con unas comprobaciones y a partir de ahí, no podía dejar de pensar en cómo sería besar su boca, en cómo sería ir cogidos de la mano por mitad de la calle sin importarnos lo que podía decir la gente.
Ese chico que puso mi vida patas arriba, que me desordenó la vida pero a la vez, le puso orden, porque por primera vez sentí que mi vida estaba encarrilada.
Y poco a poco me he dado cuenta de que él es el único capaz de enamorar a alguien un lunes por la mañana, que necesito sentirle cerca, olerle, tocar las yemas de sus dedos y buscarme dentro de sus pupilas, que el mero roce de sus dedos en mi piel hace que esa parte de mi cuerpo se estremezca y con una simple mirada hace que me de un vuelco el corazón y después de ver tantas sonrisas por el mundo sigo pensando que la suya es mi favorita.
Nunca he sido tan feliz. No sabía que existía una felicidad así. Y gracias a él, ahora sí lo sé.
Él hace que me sienta viva.

miércoles, 9 de julio de 2014

Nadie como tú (capítulo 3)

Por regla general, los tropezones son una mierda, al menos al principio. El proceso de aprendizaje en sí es una pesadilla. Cuando llevas con alguien tanto tiempo, te acostumbras a esa persona, ¿sabes? Es cómodo. Y una vez que nos instalamos en la comodidad, intentar dejarla aunque todo en ella sea horrible y enfermizo es como intentar que un gordo que no mueve el culo del sofá salga del salón lo bastante para que haga otra cosa.

miércoles, 2 de julio de 2014

Querido abuelo II

Querido abuelo, esta es la segunda carta que te escribo y sé que no leerás. Hoy hace ya 6 malditos años del peor día de mi vida, aquel día en el que ya no podías seguir luchando por vivir, por estar al lado de todas las personas que te queríamos y te seguimos queriendo. 
Ese 2 de Julio de 2008 tú no te moriste, te dejaron morir, no hicieron nada para ayudarte. 
Ese día, 16 días antes de mi cumpleaños, mi vida dejó de ser lo que era, yo dejé de ser una niña y me estampé de frente con la cruda realidad, de repente, una parte de mi corazón se había ido contigo. 


Recuerdo que me levanté y mi otra abuela vino a abrazarme llorando, yo en ese momento supe que tú nos habías dejado. Ir a mi casa y ver a mi abuela, a tu mujer, llorando como nunca la había visto, a mi padre llorando apoyado en la pared, fue la peor visión que he tenido en mis casi 17 años de vida.


Dejaste un vacío enorme en nuestras vidas, e incluso, después de todos estos años todavía se nota tu ausencia, todavía se nota que ya nadie se duerme encima de la taza de café, ya nadie ronca mientras se oye por toda la casa, ya nadie unta todas, absolutamente todas las comidas de la abuela, ya nadie canta como tú lo hacías hasta llegar a emocionarnos a todos nosotros con tu pedazo de voz increíble. Nadie puede rellenar el vacío que tú dejaste en nuestras vidas. 
Abuelo, tú solo has dejado esta vida para ir a otra mejor, pero nunca vamos a poder olvidarte. Gracias por todo lo que has hecho a lo largo de tu vida y lo que sigues haciendo desde allí arriba por todos y cada uno de nosotros. 


Tu me enseñaste que siempre se van las mejores personas y tu eres una de ellas, y digo eres, en presente, porque todavía estás en mente de todos los que te queremos.
Tú siempre estabas ahí para hacernos reír, para abrazarnos cada vez que nos veías, para jugar con nosotras, para darnos todos los caprichos que teníamos, siempre, siempre estabas ahí para nosotras.


Ojalá pudiera volver a abrazarte y a escuchar tu voz abuelo. Te echo de menos, te quise, te quiero y siempre te querré. Gracias por cuidarme cuando estabas aquí y por seguir cuidándome desde allí arriba.