martes, 14 de octubre de 2014

"Recuerdo la primera vez que te vi, y pensé entonces que tú podías ser a quien llevaba tanto tiempo buscando. ¿Sabes esa sensación? Esa de ver unos ojos y una boca, una mirada y una sonrisa, y considerar todo eso el paraíso. Sin yo siquiera conocerte, ya no me parecías tan desconocida. No preguntes por qué. Sólo sé que creí haberte visto en un montón de sueños de los que no conseguía acordarme. Pero tú eras real, como tocarte y que me temblasen las manos. Tan real como el dolor que me rasgaba el pecho cuando pensaba que quizá para ti no fuese más que un cuerpo. Un nombre más. Otro número en la extensa suma de personas que te cruzabas cada día. Es tan duro recordar que no siempre se recibe el amor que se siente. Que no siempre se te llena el amor que estás dispuesto a vaciarte por alguien, y tanto que acabas quedándote con esa sensación de desnudez que deben de sentir los árboles en otoño. Porque, oye, estoy aquí y te quiero, pero eso no va a cambiar el mundo. Ojalá se detuviese la gente a escuchar todo lo que nunca voy a decirte. Ojalá me arrancasen el miedo que tengo a perderte sin yo haberte tenido nunca. Ojalá pudieses conformarte toda la vida pasándola junto a aquel que dejaría pasar todos los trenes para quedarse un rato más en la estación contigo. Porque está demostrado, que a veces puedes depender siempre de un instante. Que hay momentos que duran más de que lo tardan en acabarse. Y ojalá. Ojalá todo el amor que siento hasta por tus defectos, lo sintieses tú por mis virtudes." - Sergio Carrión.
"Después de una ruptura, todo se vuelve borroso. Después de una de esas rupturas que dejan llenas de grietas las paredes de una vida. Después. Ya no te levantas la sonrisa, no se te abren los ojos, desaprendes a soñar. Y echas de menos de esa forma que provoca ventiscas en tu interior, sin que sepas volar. Como si te hubieses quedado con todos los cómos y se hubiesen llevado los porqués. Como un campo de batalla sin guerra. Como un corazón de matrimonio sólo para ti.
Tú te has ido, ahora hay grietas, yo no sé mentirme que ya no te quiero. Porque cuando quieres, quieres para siempre, aunque luego la eternidad no dure ni un año. Los sentimientos, cuando se arrancan de lo más profundo, no tienen noción del tiempo.
Voy al supermercado, hago la compra para dos, la cena para uno, el insomnio para ti, te lo regalo. Se nos murió la ilusión pero no el recuerdo, así que un día cuando te miraba sabía que eras tú, pero habías cambiado. Yo había cambiado. El mundo seguía igual: dándonos la espalda. Ya me lo advertiste: "Cuánto más alto subamos, luego más retumbarán los portazos". Tenías razón, aunque por entonces sólo pensaba en coronar tu cima, tu cintura, tus pechos e incluso dominar los mares de tu genio.
Pero aquí arriba no hay nadie, no se ve nada, ni siquiera la victoria me ha dejado su sabor en los labios, y es que ahora tengo que bajar, y he de suponer que va a dolerme demasiado." - Sergio Carrión.