miércoles, 4 de septiembre de 2013

Perdona pero quiero casarme contigo. (Capítulo 25)

Que la pasión, incluso la más fuerte, se desvanece. Y el aburrimiento pasa a ocupar su lugar. La costumbre. Y todo parece igual. Apagado. Sin estímulos. Y el amor, ése que se describe en los libros y en las películas, resulta ser una mera fantasía. En ese momento se abren dos opciones: romper o engañar. Para renovarse. Para recordar cómo era esa poderosa sensación que te devoraba el estómago cuando pensabas en él. O en ella. En estar juntos. Y se sigue así, atrapados en un círculo vicioso de hipocresía en el qe ninguno de los dos tiene el valor de decirle al otro que el sentimiento ha cambiado, que se ha agotado, que ha desaparecido.

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